Detrás de la reciente renovación de EMAT hay un proceso laborioso, fascinante y motivador que han llevado a cabo varios equipos de trabajo, siendo uno de ellos con docentes que trabajan con el programa desde hace años. Carles Granell es uno de los maestros que han colaborado en la renovación y hemos aprovechado para entrevistarlo y preguntarle sobre su visión de las matemáticas.
Carles trabaja con EMAT desde hace 7 años. Es maestro de Educación Primaria y profesor en Didáctica de la Matemática en la Facultad de Educación de la Universitat de Barcelona.
¿Cómo viven tus alumnos las matemáticas y cómo las viven con EMAT?
Yo creo que el proceso es más de los maestros que de los alumnos, porque ellos la verdad es que integran de manera muy natural los procesos, estrategias, herramientas, además de conceptos matemáticos que aparecen en el aula. Somos nosotros los que tenemos que entender que las matemáticas forman parte de nuestra naturaleza, de nuestra manera de ser, ver y entender el mundo.
Tenemos que vigilar y no poner trabas para que ellos vivan de forma natural cómo es la vida: con dudas a veces, con problemas y barreras que no saben cómo superar. También ves cómo responden: unos perseveran, otros piden ayuda, otros en algún momento desconectan. Y tú tienes que ver qué haces con ello y eso es otro aprendizaje más.
Creo que hay cosas muy bonitas como el descubrir, el darse cuenta que he aprendido, cuando integran, cuando usan las herramientas que han aprendido y se dan cuenta de que las están usando. Creo que ahí la motivación crece mucho.
¿Cuál es el reto de enseñar matemáticas en Primaria?
Para mí, el reto es ser capaz de que en un aula (en mi caso con 26 niños y niñas) mi propuesta, porque al final yo puedo proponer diferentes niveles, talleres, pero al final todo es una única propuesta, tenga cabida para todos, que ellos se sientan “parte de” y después que se adapten a ello. Evidentemente tienen que seguir un camino, pero creo que la manera en que lo perciben es muy importante. Que no haya un salto al vacío demasiado grande en un inicio, o al revés, que no sea un camino de flores y que se desmotiven, sino que la propuesta, la manera de presentar, sea atractiva, motivadora y les estimule en el punto justo. Creo que para mí esa es la clave.
Y tenemos realidades muy diferentes en el aula, pues podemos hablar de contextos socioeconómicos o contextos culturales o personales, y con todo eso es como si tuvieras que hacer la mejor receta de cocina posible para cualquier comensal. Hay gente a la que no le gusta el pescado y gente a la que le gusta la carne o que no la puede comer, pero el cocinero tiene que cocinar para todos. Pues vamos por ahí.
¿Cómo has adaptado tú EMAT?
Hace siete años que trabajo con EMAT. Mi primer año también era mi primer año como maestro, y creo que mi sensación fue como ir a una tienda con mil ofertas, que te preocupas por escoger bien y estás con miedo a no equivocarte. Entonces tienes esa tendencia a sentirte agobiado. Las estanterías están llenas de productos y lo que necesitas, para mí, es foco. Tener claro una guía. Al principio te agarras mucho y dejas más que te aporten. Luego, cuando acabas tu primer año de EMAT, dices “vale, ya entiendo de qué va, entiendo de qué va la película y ya sé cosas”. Empiezas a aportar ganas, confianza. Sabes que cuesta mucho, pero también es verdad que no todo el mundo lo debe llevar de la misma manera. No pasa nada, no es malo, pero tienes que adaptarte tú con tu estilo de enseñanza y el estilo de aprendizaje de tus alumnos.
¿Qué consejos darías a los nuevos maestros que empiezan con EMAT?
En primer lugar, les diría: entiende cuál es el camino, déjate guiar, confía en la guía. Yo estoy muy tranquilo también como jefe de estudios, porque sé que los maestros que empiezan nuevos y que hacen EMAT, si siguen el programa, van a llegar. Llegan. Es un programa que asegura resultados. Después tomarán decisiones más o menos acertadas en el camino, pero es también la parte en la que irán creciendo y se irán formando. Pero confiar en el método es lo primero: si pones en duda el método, ya no le estás dando las oportunidades que tiene detrás.
También les señalaría la importancia de hacerse suyo el programa. Por una parte de confianza, por una parte de motivación y por una parte de sentirse cómodo, de llevárselo a su terreno. A mí, de EMAT me gusta conectar lo que ofrece, conectar con el interés de los alumnos y seguir ampliando. Empiezo con EMAT y veo a dónde nos puede llevar y creo que eso es importante. Que vean que lo que han aprendido ese día, esa semana, ese mes, ese curso, tiene transferencia, se puede aplicar. Y eso para mí es la clave, la transferencia. ¿Llegan preparados para Secundaria? Llegar preparado para mí no solamente es saber, sino estar preparado para aprender. Creo que lo que ellos han aprendido sobre todo es esa manera de aprender: son capaces de inducir, de encontrar patrones, de encontrar relaciones, de representar de diferentes maneras un concepto nuevo. Por eso creo que también es importante que los maestros de mates saquemos la cabeza de vez en cuando en Secundaria, con ONMAT, para entender a dónde van. Y también es muy importante que bajemos un poquito y vayamos a ver cómo trabajan EMAT los pequeños, porque te da perspectiva. Yo he hecho EMAT desde 3.º hasta 6.º en todos los cursos y cuando hice 6.º entendí lo de 4.º, entendí por qué lo hacíamos, dónde iba. Entendí esas máquinas de sumar, esos robots. Entendí lo que hacen ellos, que es ese proceso, a dónde van.
¿Qué aporta trabajar el cálculo mental? ¿Qué maneras se te ocurren para motivar a los alumnos para que mejoren en este aspecto?
Para empezar, el cálculo mental aporta confianza y seguridad. El alumnado que tiene un buen nivel de cálculo mental, ya sea por capacidades más o menos naturales adquiridas o por una buena práctica, gana muchísima confianza en él mismo a la hora de trabajar la resolución de problemas, a la hora de resolver operaciones, a la hora de un montón de situaciones en el aula. El cálculo mental creo que también moviliza determinados pensamientos, determinados estímulos que como humanos respondemos de forma muy natural y por lo tanto es un elemento motivador en el alumnado, a no ser que les cueste mucho. Entonces, atención. Es una cosa que te suma. Si cuesta, pues trabajémoslo, porque va a sumar el doble.
Nosotros cada semana hacemos dos días de cálculo rápido en clase y los niños tienen una gráfica individual en la que pintan el número de aciertos que han tenido esa semana. Eso se repite, tienen igualmente la carpeta, lo hacen para cada operación, así que tienen cuatro gráficas diferentes, cinco en ciclo superior al tener las potencias. Y después introducimos también el gráfico de clase, donde se plasma la media del resultado de las operaciones de cálculo de toda la clase. Esto les motiva. Este gráfico de evolución para ellos es muy gráfico, súper potente. Luego ves a chavales de 6.º de Primaria que tienen los gráficos de todos los años guardaditos. Suma mucho, da mucha perspectiva. Su proceso de aprendizaje es una buena rúbrica para ellos. Es motivación.
¿Por qué es importante no agrupar los ejercicios en bloques o dimensiones matemáticas? ¿Por qué mezclar?
Porque las matemáticas están en todas partes. Nosotros las hemos clasificado para organizarnos la mente, pero las matemáticas no existen clasificadas, están ahí, están en la calle, en todas partes. Y la clasificación la hemos hecho porque necesitamos, de alguna manera, organizarnos para no dejarnos nada. El ser humano funciona así: necesitamos a veces compartimentar y hemos agrupado las matemáticas de forma artificial, no de forma natural. Eso, por una parte, creo que es muy importante y da sentido.
Después, porque creo que compartimentar en exceso y trabajar por bloques muy cerrados nos da dos problemas: el primero es que creo que la repetición o el recuerdo es importante para mantener la mente fresca en determinados conceptos. Ir recordando, ir trabajando y, sobre todo, presentarlo de forma diferente a lo largo del tiempo. Eso consolida mucho los aprendizajes. Y la segunda es que a veces da la sensación de que estudio áreas y perímetros en una unidad porque es muy importante, y ahí se acaba y nunca más. Pero así no funciona la vida. Creo que tienen que estar preparados para enfrentarse a nuevos retos cambiantes, diferentes. Aplicando, ser competentes, saber qué hacer y saber hacer. No una cosa en sí, sino que se sepan desenvolver.
¿Por qué crees que es necesario que los alumnos conozcan y utilicen una diversidad de estrategias de resolución de problemas?
Es básico. Porque si no parece que sea un manual de instrucciones y que cada problema tenga una estrategia única y, por lo tanto, aparece aquella frase horrorosa que yo he escuchado muchas veces: este es un problema de suma, un problema de resta, es un problema de multiplicación. No, no. Uso la multiplicación en este problema, pero otra cosa es la suma cuando se presenta de diferentes maneras, etc. Creo que el grado de comprensión es mucho más elevado ya que luego se generan conexiones entre diferentes maneras de representar. Esas conexiones refuerzan muchísimo la comprensión profunda de todo ello. También ver que los problemas se pueden hacer de muchas maneras, que pueden tener soluciones diferentes o condicionantes que los varían. Y también porque cada uno es diferente y porque cada uno tenemos nuestra manera de procesar la información, de planificar nuestras estrategias, de llevar a cabo estrategias, y es importante tener un abanico que da esos recursos y ese privilegio de poder elegir.
Cuando se trabaja una estrategia de resolución se pasa por muchos procesos. En el colegio, hay una primera parte de descubrimiento de forma muy básica. Después se va mejorando la estrategia, se aplica de diferentes maneras, se va ganando fuerza, y al final le pones su nombre, incluso. Hay gente que igual por su experiencia, o por lo que sea, no tiene ese conocimiento tan fuerte del proceso, pero igual nos ayuda a darnos cuenta de cosas que no habíamos visto y nos ayuda a seguir aprendiendo.
Yo cada día que vengo al cole aprendo, pero si tengo una guía que me está formando y me ayuda a hacerlo mejor, claro que es un recurso. Nos ayudará a poner el foco en lo que es importante en ese momento y eso ayudará a transmitirlo a los alumnos. Creo que es como si fuera el VAR en el fútbol: un auricular que te va chivando “es que esto iba de esto”. Pues como si trabajáramos con el VAR, esa es la guía y esa es la varita mágica.