Puede que la frase “cada uno de nosotros es único” no la dijera Howard Gardner, pero su teoría de las inteligencias múltiples (una de las bases pedagógicas de nuestros programas) bien podría resumirse así. Gardner (Scranton, Estados Unidos, 1943) es psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard; se trata de uno de los mayores referentes educativos de los últimos años, alguien que redefinió (y revolucionó) el concepto de inteligencia al demostrar que no existe una sola manera de ser inteligente. Es decir, las capacidades de nuestra mente no forman parte de una sola habilidad llamada inteligencia, sino que poseemos varios tipos de habilidades mentales que son independientes entre sí.
Doctor honoris causa en decenas de universidades y Premio Príncipe de Asturias 2011, Gardner ha dedicado estos últimos años a The Good Project, proyecto que pretende investigar y promover la excelencia, el compromiso y la ética, preparando a personas de todas las edades para convertirse en buenos trabajadores y buenos ciudadanos.
La perspectiva neuroeducativa pone en duda ciertos aspectos de la teoría de las inteligencias múltiples ¿Cree que es compatible la teoría de las inteligencias múltiples con la neurociencia o debemos entenderla como una estrategia didáctica?
Mi teoría se desarrolló en parte sobre los fundamentos de la evidencia neurológica que surge en 1980. Aunque ahora sabemos mucho más sobre el cerebro que hace cuarenta años, fue una base empírica importante para esta teoría. La teoría ahora tiene una vida independiente, alejada de la investigación original, y se ha aplicado en lugares, como escuelas, donde ha sido útil, aun cuando los estudios de apoyo eran más completos y, de algún modo, diferentes a los de 1980.
¿Qué métodos de recogida de información recomienda para la evaluación de las Inteligencias Múltiples de los alumnos/as?
Principalmente, la observación cuidadosa del niño en diversos entornos (los museos para niños están específicamente recomendados) junto con las observaciones por parte de los padres, familiares y otras personas cercanas a ellos. Valoro más esa evidencia de primera mano que la de los test escritos, que no sirven para medir la mayoría de las inteligencias, pues son básicamente instrumentos de lógica del lenguaje.
¿Qué es la competencia global y cómo podemos desarrollarla desde las escuelas?, ¿Cómo desarrollarlas en contextos sociales, culturales y económicos tan cambiantes?
Hemos evolucionado para vivir en pequeñas comunidades, principalmente con parientes. Pero, como nos recuerda la pandemia, hoy en día estamos interconectados con personas de todo el mundo, un hecho sin duda acentuado por el transporte, el comercio, los medios de comunicación y las redes sociales.
Cualquier sistema educativo decente, desde Infantil hasta la universidad, debe ser consciente de esta realidad y preparar a los jóvenes para gestionar su vida en el mundo del siglo XXI. Y no solo hablamos de inteligencias múltiples: si un buen sistema de enseñanza sabe aprovechar los diferentes perfiles cognitivos y las diferentes formas de enseñar, entonces, la educación global y la competencia global obviamente deberían aprovecharlo también.
¿Una buena persona tiene más probabilidades de triunfar?
Ser una buena persona y ser un buen profesional no son lo mismo. Puedes ser un médico o periodista brillante y pésimo como padre o pareja. O puedes ser un padre o pareja ejemplar, pero un médico o periodista nefasto. Evidentemente, es mejor si eres buena persona y además buen profesional.
Si bien no tenemos “datos” sobre esta correlación, intuyo que si eres un buen marido y padre, es más probable que seas un buen médico o periodista; y si eres un incompetente en uno de los roles, probablemente lo seas en el otro. Pero habrá excepciones, y todos conocemos a personas que son mejores en un rol que en el otro.
En The Good Project queda evidente el papel de las escuelas, incluso se facilita la extensa guía “The Good Work Toolkit” que los educadores pueden utilizar. Sabemos de la gran influencia que ejercen las familias sobre sus hijos. En este sentido… ¿Qué papel deberían tener los padres en el desarrollo de este buen trabajo?
Tienes razón. Los padres, los hermanos mayores y los parientes cercanos ejercen una enorme influencia en el comportamiento, las actitudes y las interpretaciones de los niños. Idealmente, las posturas que adopten estos individuos “cercanos” serán similares a las de los maestros, líderes religiosos y otros miembros de la comunidad en general. Por no hablar del poder de los mensajes de los medios de comunicación.
Pero si los modelos que se ofrecen fuera del hogar son diferentes de los del hogar, entonces existe una obligación específica por parte de la familia directa de indicar cuáles son los comportamientos aceptables y cuáles no. Por supuesto, habrá casos en los que la propia familia sea disfuncional o aporte malos ejemplos, y ahí tendremos que confiar en que la sociedad en general ofrezca modelos alternativos, poderosos y más saludables. La sociedad necesita cuestionarse la idea popular de que “de casta le viene al galgo”.
¿Considera que en las escuelas se debe dedicar un espacio y tiempo específicos para educar en el “buen trabajo”, con docentes especializados, o que debería integrarse de forma transversal en la cultura educativa del centro? ¿Qué cambio deben hacer los docentes para aplicar en su día a día? Es una gran responsabilidad: formar ciudadanos excelentes, éticos y comprometidos…
Muy buena pregunta. Está bien tener clases o espacios dedicados al “buen trabajo”. De hecho, hemos desarrollado planes de estudio dedicados a este objetivo. Pero mucho más importantes son los comportamientos que los modelos visibles presentan diariamente: maestros, supervisores, entrenadores y compañeros más mayores. Un profesor que no sea un “buen trabajador” no podrá enseñar “buen trabajo” de manera convincente. Y un profesor que es un “buen trabajador” está enseñando a los estudiantes todos los días, de hecho, cada hora, sobre el buen trabajo.
Los profesores una vez fueron niños, ¡como todos nosotros!, y el hecho de que sean buenos trabajadores depende en gran medida de las influencias que los rodeaban en su propia infancia; lo explicaba antes. Por supuesto, es posible superar los modelos patológicos que hayan existido en la vida de cada uno; la Biblia y las biografías de personajes heroicos están llenas de ejemplos de personas que “se salvan a ellos mismos”. Pero es mucho más fácil y mucho mejor que la salud esté presente desde el principio, desde la primera infancia.