La estructura curricular de la LOMLOE nos trae una nueva manera de enfocar el currículo y, sobre todo, brinda un puente entre las competencias clave y los contenidos propios del área. La organización sigue siendo por áreas (Lengua y Literatura, Matemáticas, Educación Física…), aunque puede optarse por una enseñanza por ámbitos, y la clave de lo que se trabajará en cada una de ellas son las competencias específicas del área.
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Competencias específicas del área
Según la LOMLOE, las competencias específicas son «desempeños que el alumnado debe poder desplegar en actividades o en situaciones cuyo abordaje requiere de los saberes básicos de cada área. Las competencias específicas constituyen un elemento de conexión entre, por una parte, las competencias clave, y por otra, los saberes básicos de las áreas y los criterios de evaluación». Cada etapa (nfantil, primaria y secundaria) tiene su lista de competencias para cada área, que se mantienen a lo largo de toda la etapa.
Este enfoque nos hace adoptar una didáctica centrada en los procesos, el razonamiento y la acción. Dejamos atrás la mera transmisión de conocimientos para que el alumno sea el protagonista de su aprendizaje. El día a día en el aula debe enfocarse en el diseño de unidades didácticas que permitan al alumno construir conocimiento y ponerlo en práctica, “activándolo” en situaciones contextualizadas.
¿Cómo se conectan las competencias específicas con las competencias clave?
Otro punto importante es que estas competencias de área se conectan directamente con las competencias clave. Veamos cómo. La competencia clave Competencia personal, social y de aprender a aprender implica desarrollar habilidades de gestión emocional, trabajo en equipo y procesos de reflexión sobre el propio aprendizaje, entre otras. La ley recoge en una lista de descriptores operativos lo que significa ser competente en este sentido, es decir, aquello que el alumno ha de saber hacer al completar la educación primaria y la enseñanza básica. Además, en las competencias específicas del área se incluyen elementos para su trabajo. Por ejemplo:
- En Matemáticas: Competencia específica 7. «Desarrollar destrezas personales que ayuden a identificar y gestionar emociones al enfrentarse a retos matemáticos, fomentando la confianza en las propias posibilidades, aceptando el error como parte del proceso de aprendizaje y adaptándose a las situaciones de incertidumbre, para mejorar la perseverancia y disfrutar en el aprendizaje de las matemáticas».
- En Lengua y Literatura: Competencia específica 3. «Producir textos orales y multimodales, con coherencia, claridad y registro adecuados, para expresar ideas, sentimiento y conceptos; construir conocimiento; establecer vínculos personales; y participar con autonomía y una actitud cooperativa y empática en interacciones orales variadas».
Además, se listan los descriptores operativos que pueden vincularse con esta competencia, a modo de brújula para orientar. También se incluye el diseño de las actividades y la integración de aspectos de otras competencias clave.
Pero, ¿dónde quedan los contenidos? Veamos el siguiente concepto clave: los saberes básicos.
Saberes básicos del área
Los saberes básicos son los antiguos contenidos. Hacen referencia tanto a conceptos y procedimientos como a actitudes y se denominan saberes básicos porque, a diferencia de la ley anterior, se ha hecho una selección de aquellos saberes que son importantes para ser competentes en el área. Esto no quiere decir que no se puedan adquirir más saberes, el currículo marca los imprescindibles.
Los saberes se organizan por ciclos (primer ciclo, segundo ciclo y tercer ciclo). Y, como el enfoque es competencial, un mismo saber puede utilizarse en varias competencias, por lo que será necesario conectarlos. Un ejemplo: en matemáticas, los saberes se organizan en sentidos. Dentro del sentido numérico tenemos el saber Estrategias variadas de conteo, recuento sistemático y adaptación del conteo a tamaño de los números en situaciones de la vida cotidiana en cantidades hasta el 9999, en segundo ciclo. Este saber será necesario tanto para resolver problemas como para razonar y probar conjeturas matemáticas.
Por lo tanto, se requiere una secuenciación cíclica que permite trabajar estos saberes de manera intercalada y facilitar así la conexión entre los sentidos que los conforman.
Criterios de evaluación de las competencias específicas
Si cambiamos lo que enseñamos hemos de actualizar también la manera de evaluar. Según la LOMLOE, los criterios de evaluación son «referentes que indican los niveles de desempeño esperados en el alumnado en las situaciones o actividades a las que se refieren las competencias específicas de cada área en un momento determinado de su proceso de aprendizaje». Estos criterios de evaluación están organizados por ciclos en Primaria. En Secundaria, son los mismos para 1.º, 2.º y 3.º, y luego encontramos los de 4.º.
Esto supone un cambio respecto a la ley anterior, en la que los criterios de evaluación estaban asociados a los contenidos. Es un avance vincular los criterios a las competencias específicas, porque por fin podremos evaluar el desempeño del alumno y no solo lo que sabe. Como cita la LOMLOE: «no existe una vinculación unívoca y directa entre criterios de evaluación y saberes básicos: las competencias específicas se evaluarán a través de la puesta en acción de diferentes saberes».
Será necesario, como apunta también la nueva ley de educación, diseñar un proceso de evaluación global, continuo y formativo y contar con una gran diversidad de instrumentos de evaluación que nos permitan observar cómo el alumno progresa y se desenvuelve en directo.
Contextualización y situaciones de aprendizaje
¿Cómo aterrizamos todo esto en las actividades de aprendizaje? Tal y como señalábamos anteriormente, será necesario transformar nuestra manera de enseñar. Hemos de apostar por metodologías que permitan al alumno actuar y desarrollar las competencias clave: aprendizaje cooperativo, cultura de pensamiento, trabajo cooperativo, evaluación por competencias, aprendizaje basado en el juego, inteligencia emocional, aprendizaje adaptativo y contextualizado e inteligencias múltiples.
Además, en nuestro día a día, para que puedan desarrollar las competencias específicas del área, optaremos por actividades que supongan un reto para el alumno y que estén conectadas con los contextos personales, sociales y escolares en los que se mueve. Hablamos de contextualizar las actividades y de ofrecer tareas auténticas (relevantes, realistas y socializadoras) para que el alumno conozca de primera mano cómo, aquello que aprende en la escuela, se transfiere a la vida real.
Para los que no tienen esta forma de trabajar, la LOMLOE describe cómo han de ser algunas de las actividades, definiéndolas en las situaciones de aprendizaje. Según la LOMLOE, las situaciones de aprendizaje son «situaciones y actividades que implican el despliegue por parte del alumnado de actuaciones asociadas a competencias clave y competencias específicas, y que contribuyen a la adquisición y desarrollo de las mismas».
Como podemos ver, entrando un poco en detalle en las diferentes áreas y conceptos de la nueva ley de educación LOMLOE, todos los aspectos clave están conectados entre sí y, para lograr un aprendizaje significativo de los alumnos, han de trabajarse teniendo en cuenta estos vínculos e interconexiones. Ya no nos encontramos con unidades y contenidos aislados, avanzamos hacia una enseñanza global, con el objetivo de formar a nuestros alumnos para que sean personas competentes y capaces en todos los sentidos; preparados para el mundo actual.